Thursday, June 23, 2011

Paracaídas

En el sueño era un paracaidista del ejercito alemán . Tenía dos hijos y una mujer que vivían en un pueblo de aceras de piedra. Me había enrolado en el ejercito para vencer mi miedo a matar y a morir. No lo consulté con nadie. Solo fui a la oficina de reclutamiento y me alisté con otro nombre.

Hoy tocaba saltar en una zona de combate. A pesar de llevar casi cuatro años en el ejercito, lo de las tácticas y técnicas de estrategia no se me daba nada bien. Había vencido mi miedo a morir - ahora saltaba cada semana en lugares de combate - y a matar. Ya llevaba matados muchos enemigos, alguno de una simple patada en el cuello directamente cuando caía de mi paracaídas. Sin embargo lo de las estrategias lo veía demasiado cruel y organizado. Mi afán por el ejercito era puramente personal o instintivo. No quería proteger un país o una patria, una bandera o religión. Yo quería ver a mis enemigos a los ojos y después vivir o morir. Lo de prepar una emboscada o un ataque muy eleborado me parecía de sanguijuelas o comadrejas.

Ahora que ya llevaba unos años saltando y matando pensaba que mi cuerpo y ganas estaban saciados de retos. Ya no me veía tan cobarde y eso era lo importante. Seguía en el ejercito por el miedo a que ese sentimiento volviese de imprevisto algún día. Seguía un día, una semana más, para sepultarlo más y más adentro.

Me imagino que es una cuestión de respeto. Tomé la decisión de ir al ejercito pasando por encima del respeto a mi familia pero para sentir que me respetaba a mí mismo.

El día que me iba a enrolar, llevé a mi familia a comer al campo y les mentí todo lo que pude, les dije que ya no tomaría tanto alcohol, que me tomaría las pastillas que el médico me recetó para mi salud, les pedí perdón y una oportunidad para empezar de nuevo. Ellos me abrazaron y lloraron de alegría y pena, por nuestro tiempo perdido. Pensaron que tenían un padre de verdad por un día y que yo los quise de verdad. Lo cierto es que ya no podía seguir metiendo miedos en mi familia, y decidí apartarme como un apestado. No me importaba morirme y para ello fui directo a por mis miedos. Con un hambre voraz.

Todos los días me despierto y de forma mecánica beso los rostros de mis hijos, miro el rostro de mi mujer y lo acaricio. Ya no hay nada entre nosotros pero yo actúo como si fuese su salvador. Arranqué brutalmente lo que consideraba podrido. Yo mismo. Y me fui a nunguna parte, sin más.

Hoy saltaré por última vez y mañana dejaré el ejercito. Aquí no hay despedidas bonitas, solo despedidas, día sí, día también. Ahora tengo otros síndromes, estoy más loco por la sangre que he visto. Son embargo quiero salir. Quiero volver al barrio donde viví hace ya y ver si puedo ser mínimamente feliz conmigo mismo. Solo me queda hoy. Bajaré a los infiernos por última vez y me aseguraré de que nadie me siga nunca más.

Salto del avión y aterrizo en un fuego cruzado. Dos de mis compañeros están heridos. Los ayudo como puedo y sigo corriendo al punto de encuentro. Me cruzo con un soldado que me mira y me dispara. La bala rebota en mi casco y sigo corriendo, solo oigo el metal que resuena. No hay quien me pare.

No comments: